La infertilidad y la pérdida neonatal son caminos silenciosos que transforman a quienes los transitan. No se trata solo de un diagnóstico médico, sino de una prueba emocional que desafía los cimientos de una pareja. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, existen historias que recuerdan que la persistencia, guiada por la ciencia, puede devolver la luz a un hogar.
Esta es la historia de Brenda y Mario, una pareja que conoció el dolor más profundo tras perder a su primer hijo, pero que se negó a dejar de soñar. Su testimonio es un recorrido desde el duelo y la mala atención médica, hasta el encuentro con un equipo que no solo vio un expediente clínico, sino a dos seres humanos buscando lo que parecía un milagro.
El duelo y la valentía de volver a empezar
El viaje de Brenda y Mario hacia la maternidad y paternidad no comenzó en una clínica de fertilidad, sino en un proceso de duelo que marcó sus vidas hace 11 años. La pareja vivió una de las experiencias más devastadoras para cualquier padre: el fallecimiento de su primer hijo a los 23 días de nacido.
El duelo perinatal y neonatal deja cicatrices invisibles. El miedo a repetir la historia paraliza a muchas parejas, impidiéndoles buscar ayuda durante años. El hecho de que decidieran, tras un tiempo de sanación, “retomar el tema de la familia”, es un testimonio de una resiliencia inquebrantable. Decidir intentarlo de nuevo es el primer acto de amor hacia el hijo que aún no ha llegado.
Sin embargo, la valentía de los pacientes debe ser correspondida con excelencia médica. Lamentablemente, el primer paso que dieron fuera de su hogar no encontró el suelo firme que necesitaban.
Cuando la “ayuda” se convierte en obstáculo: La experiencia previa
Siguiendo la recomendación de un conocido, Brenda y Mario acudieron a una clínica de fertilidad convencional. Este momento es crítico: la pareja llega vulnerable, depositando su confianza absoluta en el personal médico que los atiende.
La experiencia en ese primer lugar, lejos de brindarles paz, añadió más angustia a su proceso. Mario relata una situación que pone en evidencia la falta de protocolos personalizados en ciertos sectores de la medicina reproductiva:
“Ahí tuvimos un trato muy malo, pésima experiencia. Me dieron 4 antibióticos de golpe porque supuestamente tenía una infección. Me desencadenó varias complicaciones.”
El impacto del diagnóstico erróneo
Este caso ilustra un grave error: el diagnóstico impreciso y la medicación excesiva. En la salud reproductiva, el factor masculino es responsable del 40-50% de los casos de infertilidad. Tratar una supuesta infección con una carga de antibióticos tan agresiva y sin una justificación clara no solo afecta la salud general del paciente, sino que puede deteriorar la calidad espermática (fragmentación del ADN o movilidad), complicando aún más las posibilidades de concepción.
Además del daño físico, existió una barrera de comunicación:
“El doctor respondía de forma muy técnica nuestras dudas pero no lo entendíamos.”
La Reproducción Asistida es una ciencia compleja, llena de términos como blastocisto, fecundación, estimulación o endometrio. Es responsabilidad del especialista traducir esa complejidad a un lenguaje humano. Cuando un médico se escuda en tecnicismos, genera una brecha de ansiedad en la pareja. Brenda y Mario se sintieron ajenos a su propio proceso, sin entender por qué, tras tanta medicación, el resultado seguía siendo negativo.
La recuperación de la confianza: El hallazgo de Ingenes León
Tras la decepción y las complicaciones de salud derivadas del mal tratamiento, la pareja quedó en un punto de quiebre. ¿Seguir intentando o rendirse? La respuesta llegó a través de la investigación. Mario, decidido a no repetir la mala experiencia, recurrió a la información digital para buscar una alternativa sólida.
“No funcionó en esa clínica pero por suerte estaba Ingenes. Busqué Ingenes León y vi más de 200 referencias y ninguna era mala. Eso me dio confianza.”
En la medicina actual, la reputación se construye con historias reales. Ver que cientos de personas habían logrado su sueño en Ingenes León permitió a Mario y Brenda dar un salto de fe. Al llegar a la sucursal, el contraste fue inmediato. No encontraron un trato frío ni recetas genéricas.
Encontraron a la Dra. Fernanda.
El diagnóstico inicial en Ingenes fue el punto de partida real. A diferencia de la experiencia anterior, aquí se evaluó a la pareja de manera integral, entendiendo no solo sus factores biológicos, sino su historia emocional y la pérdida de Juan Pablo.
“Caímos en las manos de la Dra. Fernanda y tuvimos un acompañamiento muy cálido durante todo el proceso.”
La realidad de la Fecundación In Vitro: Gestión de expectativas y emociones
El tratamiento indicado fue la Fecundación In Vitro (FIV), el método de mayor complejidad y con las tasas de éxito más altas. El proceso implica la estimulación de los ovarios de Brenda, la extracción de óvulos y la fecundación en laboratorio para crear embriones.
Sin embargo, la biología no es tan predecible. A pesar de tener embriones de buena calidad, el primer intento de transferencia no resultó en embarazo.
“Después de que se hicieron los embriones, no pegaron los primeros dos. Yo me molesté pero la doctora me dijo que llevara todo con calma.”
La frustración de Mario en este punto es una reacción completamente natural. Después de años de búsqueda, de una pérdida anterior y de una mala experiencia médica, un resultado negativo se siente como un fracaso devastador.
Aquí es donde la ética médica y la calidad humana juegan su papel más importante. Un equipo comprometido no abandona al paciente cuando el resultado es negativo; al contrario, redobla el apoyo. La Dra. Fernanda actuó como el pilar de contención que la pareja necesitaba, explicando que la reproducción asistida es un proceso acumulativo.
En Ingenes, los programas están diseñados bajo un modelo Multiciclo, lo que significa que se contempla más de un intento para lograr el objetivo. La doctora pidió calma y confianza, ajustando los protocolos para el siguiente intento. No se trataba de suerte, sino de perseverancia científica.
El milagro de la vida y el acompañamiento de alto riesgo
Al siguiente intento, tras ajustar la estrategia y preparar nuevamente el cuerpo y la mente, la noticia esperada llegó: Brenda estaba embarazada.
Pero para una pareja que perdió un hijo anteriormente, la prueba de embarazo positiva no es el final de la ansiedad, es el comienzo de una etapa de vigilancia extrema. Mario menciona con transparencia los desafíos que enfrentaron:
“El proceso de hacer los óvulos, del medicamento, del peligro de aborto, todo, se trabajó muy bien y nos acompañaron siempre.”
La mención del “peligro de aborto” indica que el embarazo de Máximo no fue sencillo. Hubo amenazas, hubo miedos y hubo momentos críticos. La diferencia radica en que Brenda y Mario nunca estuvieron solos.
“Siempre nos atendieron, hasta en la madrugada.”
La disponibilidad 24/7 es vital en embarazos de alto valor y riesgo. Saber que pueden llamar a su equipo médico a las 3:00 a.m. ante un síntoma extraño brinda una tranquilidad mental que impacta positivamente en la gestación. Ingenes acompañó a la familia no solo hasta lograr el positivo, sino “hasta llegar al parto”, asegurando que Máximo llegara al mundo en las mejores condiciones.
Una familia que crece: La visión a futuro
La historia de Brenda y Mario no termina con el nacimiento de Máximo. Gracias a la tecnología de congelación de embriones, la pareja ha asegurado no solo su presente, sino su futuro familiar.
“Ahorita tenemos 7 embriones congelados, para que en un determinado momento vayamos por el hermanito o la hermanita.”
Durante el ciclo de FIV, se lograron desarrollar múltiples embriones viables. Una vez logrado el embarazo de Máximo, los embriones restantes fueron criopreservados (congelados) en el banco de Ingenes.
Esto cambia radicalmente el panorama para Brenda. Si deciden darle un hermano a Máximo, no tendrán que pasar nuevamente por la estimulación ovárica ni la punción. El camino está pavimentado; los embriones esperan, detenidos en el tiempo con la misma calidad del primer día, listos para cuando la familia decida crecer. Tener 7 embriones es tener 7 oportunidades de vida resguardadas, una “reserva de esperanza” que brinda una paz inmensa a la pareja.
Ética, Humanidad y Ciencia: La conclusión de Mario
Al reflexionar sobre su travesía, Mario ofrece un reconocimiento que va más allá del éxito médico. Su gratitud se centra en los valores que percibió durante el proceso.
“No es publicidad, ni mucho menos, pero damos un reconocimiento a la doctora. Pienso que no hay mejor clínica que Ingenes. (…) No ponemos en tela de juicio ninguna parte del proceso, fueron muy humanos y éticos. Eso marca la diferencia.”
La ética en fertilidad significa transparencia. Significa no realizar procedimientos innecesarios (como los antibióticos masivos de la clínica anterior) y significa hablar con verdad y empatía cuando los primeros intentos fallan.
Para Brenda y Mario, la combinación de la experiencia técnica de la Dra. Fernanda y la calidez humana de todo el equipo de León fue lo que marcó la diferencia entre el trauma del pasado y la felicidad del presente.
“Tenemos nuestra recompensa, nuestro hijo y estamos muy agradecidos.”
La llegada de Máximo es la prueba viviente de que, aunque el camino de la fertilidad puede ser difícil y a veces doloroso, no es un camino que deba recorrerse en soledad ni bajo la sombra de la incomprensión. Brenda y Mario encontraron su lugar, confiaron, persistieron y hoy, tienen el resultado en sus brazos.
¿Tu historia se parece a la de Brenda y Mario?
Si has pasado por una pérdida gestacional, has tenido malas experiencias en otras clínicas o llevas tiempo intentando formar una familia sin éxito, tu sueño aún es posible.
La historia de Brenda y Mario demuestra que el diagnóstico correcto y un plan integral pueden cambiarlo todo.
Acércate a Ingenes y permítenos trazar contigo el camino hacia tu bebé.La infertilidad y la pérdida neonatal son caminos silenciosos que transforman a quienes los transitan. No se trata solo de un diagnóstico médico, sino de una prueba emocional que desafía los cimientos de una pareja. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, existen historias que recuerdan que la persistencia, guiada por la ciencia, puede devolver la luz a un hogar.
Esta es la historia de Brenda y Mario, una pareja que conoció el dolor más profundo tras perder a su primer hijo, pero que se negó a dejar de soñar. Su testimonio es un recorrido desde el duelo y la mala atención médica, hasta el encuentro con un equipo que no solo vio un expediente clínico, sino a dos seres humanos buscando lo que parecía un milagro.
El duelo y la valentía de volver a empezar
El viaje de Brenda y Mario hacia la maternidad y paternidad no comenzó en una clínica de fertilidad, sino en un proceso de duelo que marcó sus vidas hace 11 años. La pareja vivió una de las experiencias más devastadoras para cualquier padre: el fallecimiento de su primer hijo a los 23 días de nacido.
El duelo perinatal y neonatal deja cicatrices invisibles. El miedo a repetir la historia paraliza a muchas parejas, impidiéndoles buscar ayuda durante años. El hecho de que decidieran, tras un tiempo de sanación, “retomar el tema de la familia”, es un testimonio de una resiliencia inquebrantable. Decidir intentarlo de nuevo es el primer acto de amor hacia el hijo que aún no ha llegado.
Sin embargo, la valentía de los pacientes debe ser correspondida con excelencia médica. Lamentablemente, el primer paso que dieron fuera de su hogar no encontró el suelo firme que necesitaban.
Cuando la “ayuda” se convierte en obstáculo: La experiencia previa
Siguiendo la recomendación de un conocido, Brenda y Mario acudieron a una clínica de fertilidad convencional. Este momento es crítico: la pareja llega vulnerable, depositando su confianza absoluta en el personal médico que los atiende.
La experiencia en ese primer lugar, lejos de brindarles paz, añadió más angustia a su proceso. Mario relata una situación que pone en evidencia la falta de protocolos personalizados en ciertos sectores de la medicina reproductiva:
“Ahí tuvimos un trato muy malo, pésima experiencia. Me dieron 4 antibióticos de golpe porque supuestamente tenía una infección. Me desencadenó varias complicaciones.”
El impacto del diagnóstico erróneo
Este caso ilustra un grave error: el diagnóstico impreciso y la medicación excesiva. En la salud reproductiva, el factor masculino es responsable del 40-50% de los casos de infertilidad. Tratar una supuesta infección con una carga de antibióticos tan agresiva y sin una justificación clara no solo afecta la salud general del paciente, sino que puede deteriorar la calidad espermática (fragmentación del ADN o movilidad), complicando aún más las posibilidades de concepción.
Además del daño físico, existió una barrera de comunicación:
“El doctor respondía de forma muy técnica nuestras dudas pero no lo entendíamos.”
La Reproducción Asistida es una ciencia compleja, llena de términos como blastocisto, fecundación, estimulación o endometrio. Es responsabilidad del especialista traducir esa complejidad a un lenguaje humano. Cuando un médico se escuda en tecnicismos, genera una brecha de ansiedad en la pareja. Brenda y Mario se sintieron ajenos a su propio proceso, sin entender por qué, tras tanta medicación, el resultado seguía siendo negativo.
La recuperación de la confianza: El hallazgo de Ingenes León
Tras la decepción y las complicaciones de salud derivadas del mal tratamiento, la pareja quedó en un punto de quiebre. ¿Seguir intentando o rendirse? La respuesta llegó a través de la investigación. Mario, decidido a no repetir la mala experiencia, recurrió a la información digital para buscar una alternativa sólida.
“No funcionó en esa clínica pero por suerte estaba Ingenes. Busqué Ingenes León y vi más de 200 referencias y ninguna era mala. Eso me dio confianza.”
En la medicina actual, la reputación se construye con historias reales. Ver que cientos de personas habían logrado su sueño en Ingenes León permitió a Mario y Brenda dar un salto de fe. Al llegar a la sucursal, el contraste fue inmediato. No encontraron un trato frío ni recetas genéricas.
Encontraron a la Dra. Fernanda.
El diagnóstico inicial en Ingenes fue el punto de partida real. A diferencia de la experiencia anterior, aquí se evaluó a la pareja de manera integral, entendiendo no solo sus factores biológicos, sino su historia emocional y la pérdida de Juan Pablo.
“Caímos en las manos de la Dra. Fernanda y tuvimos un acompañamiento muy cálido durante todo el proceso.”
La realidad de la Fecundación In Vitro: Gestión de expectativas y emociones
El tratamiento indicado fue la Fecundación In Vitro (FIV), el método de mayor complejidad y con las tasas de éxito más altas. El proceso implica la estimulación de los ovarios de Brenda, la extracción de óvulos y la fecundación en laboratorio para crear embriones.
Sin embargo, la biología no es tan predecible. A pesar de tener embriones de buena calidad, el primer intento de transferencia no resultó en embarazo.
“Después de que se hicieron los embriones, no pegaron los primeros dos. Yo me molesté pero la doctora me dijo que llevara todo con calma.”
La frustración de Mario en este punto es una reacción completamente natural. Después de años de búsqueda, de una pérdida anterior y de una mala experiencia médica, un resultado negativo se siente como un fracaso devastador.
Aquí es donde la ética médica y la calidad humana juegan su papel más importante. Un equipo comprometido no abandona al paciente cuando el resultado es negativo; al contrario, redobla el apoyo. La Dra. Fernanda actuó como el pilar de contención que la pareja necesitaba, explicando que la reproducción asistida es un proceso acumulativo.
En Ingenes, los programas están diseñados bajo un modelo Multiciclo, lo que significa que se contempla más de un intento para lograr el objetivo. La doctora pidió calma y confianza, ajustando los protocolos para el siguiente intento. No se trataba de suerte, sino de perseverancia científica.
El milagro de la vida y el acompañamiento de alto riesgo
Al siguiente intento, tras ajustar la estrategia y preparar nuevamente el cuerpo y la mente, la noticia esperada llegó: Brenda estaba embarazada.
Pero para una pareja que perdió un hijo anteriormente, la prueba de embarazo positiva no es el final de la ansiedad, es el comienzo de una etapa de vigilancia extrema. Mario menciona con transparencia los desafíos que enfrentaron:
“El proceso de hacer los óvulos, del medicamento, del peligro de aborto, todo, se trabajó muy bien y nos acompañaron siempre.”
La mención del “peligro de aborto” indica que el embarazo de Máximo no fue sencillo. Hubo amenazas, hubo miedos y hubo momentos críticos. La diferencia radica en que Brenda y Mario nunca estuvieron solos.
“Siempre nos atendieron, hasta en la madrugada.”
La disponibilidad 24/7 es vital en embarazos de alto valor y riesgo. Saber que pueden llamar a su equipo médico a las 3:00 a.m. ante un síntoma extraño brinda una tranquilidad mental que impacta positivamente en la gestación. Ingenes acompañó a la familia no solo hasta lograr el positivo, sino “hasta llegar al parto”, asegurando que Máximo llegara al mundo en las mejores condiciones.
Una familia que crece: La visión a futuro
La historia de Brenda y Mario no termina con el nacimiento de Máximo. Gracias a la tecnología de congelación de embriones, la pareja ha asegurado no solo su presente, sino su futuro familiar.
“Ahorita tenemos 7 embriones congelados, para que en un determinado momento vayamos por el hermanito o la hermanita.”
Durante el ciclo de FIV, se lograron desarrollar múltiples embriones viables. Una vez logrado el embarazo de Máximo, los embriones restantes fueron criopreservados (congelados) en el banco de Ingenes.
Esto cambia radicalmente el panorama para Brenda. Si deciden darle un hermano a Máximo, no tendrán que pasar nuevamente por la estimulación ovárica ni la punción. El camino está pavimentado; los embriones esperan, detenidos en el tiempo con la misma calidad del primer día, listos para cuando la familia decida crecer. Tener 7 embriones es tener 7 oportunidades de vida resguardadas, una “reserva de esperanza” que brinda una paz inmensa a la pareja.
Ética, Humanidad y Ciencia: La conclusión de Mario
Al reflexionar sobre su travesía, Mario ofrece un reconocimiento que va más allá del éxito médico. Su gratitud se centra en los valores que percibió durante el proceso.
“No es publicidad, ni mucho menos, pero damos un reconocimiento a la doctora. Pienso que no hay mejor clínica que Ingenes. (…) No ponemos en tela de juicio ninguna parte del proceso, fueron muy humanos y éticos. Eso marca la diferencia.”
La ética en fertilidad significa transparencia. Significa no realizar procedimientos innecesarios (como los antibióticos masivos de la clínica anterior) y significa hablar con verdad y empatía cuando los primeros intentos fallan.
Para Brenda y Mario, la combinación de la experiencia técnica de la Dra. Fernanda y la calidez humana de todo el equipo de León fue lo que marcó la diferencia entre el trauma del pasado y la felicidad del presente.
“Tenemos nuestra recompensa, nuestro hijo y estamos muy agradecidos.”
La llegada de Máximo es la prueba viviente de que, aunque el camino de la fertilidad puede ser difícil y a veces doloroso, no es un camino que deba recorrerse en soledad ni bajo la sombra de la incomprensión. Brenda y Mario encontraron su lugar, confiaron, persistieron y hoy, tienen el resultado en sus brazos.
¿Tu historia se parece a la de Brenda y Mario?
Si has pasado por una pérdida gestacional, has tenido malas experiencias en otras clínicas o llevas tiempo intentando formar una familia sin éxito, tu sueño aún es posible.
La historia de Brenda y Mario demuestra que el diagnóstico correcto y un plan integral pueden cambiarlo todo.
Acércate a Ingenes y permítenos trazar contigo el camino hacia tu bebé.