En el camino hacia la maternidad, cada paso cuenta. Cada esperanza, cada sueño y cada desafío nos impulsan hacia un futuro donde nuestros deseos de concebir se conviertan en una realidad. Sin embargo, a menudo nos encontramos con obstáculos inesperados en este viaje, como la clamidia, una infección silenciosa que puede afectar nuestra fertilidad.
Es fundamental que entendamos plenamente cómo la clamidia puede entrelazarse con nuestros sueños de ser madres y cómo podemos enfrentarla con valentía.
La clamidia, a menudo asociada con el estigma y la vergüenza, puede afectar nuestra capacidad de concebir. Sin embargo, debemos enfocarnos en nuestras fortalezas y tomar medidas para superar los desafíos.
Exploraremos cómo podemos tomar el control de nuestra salud sexual y reproductiva, y cómo las opciones de tratamiento disponibles pueden allanar el camino hacia nuestro anhelado objetivo: ser madres.
La clamidia es una de las enfermedades de transmisión sexual más frecuentes y, sin embargo, una de las menos conocidas.
Es causada por la bacteria intracelular Chlamydia Trachomatis, es tres veces más común en las mujeres que en los hombres y, según estimaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, cada año 2.8 millones de personas resultan infectdas por clamidia tan sólo en los Estados Unidos.
En el 40% de los casos en que no se trata, la clamidia infecta las células del cuello cervical y se extiende a los ovarios, las trompas de Falopio o el útero causando enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) u obstruyendo las trompas.
Asimismo, la clamidia no tratada puede ocasionar consecuencias serias durante el embarazo, tales como:
A la clamidia se le conoce como la enfermedad silenciosa debido a que 75 por ciento de las mujeres infectadas con esta bacteria no presentan síntomas. En el resto de los casos éstos pueden aparecer entre una y tres semanas después del contagio e incluyen:
Si tienes cualquiera de estos síntomas debes dejar de tener relaciones sexuales y consultar a un especialista de inmediato. El diagnóstico oportuno de la clamidia puede prevenir la enfermedad inflamatoria pélvica y el consecuente daño a los órganos reproductivos.
La clamidia puede ser transmitida durante las relaciones sexuales vaginales o anales sin protección e incluso puede hallarse en la garganta de mujeres y hombres que han tenido sexo oral con una pareja infectada.
Cualquier persona sexualmente activa puede infectarse con clamidia, sin embargo, el riesgo de infección es proporcional al número de parejas sexuales que tenga o haya tenido.
Es importante señalar que la clamidia también puede ser transmitida de madre a hijo durante el parto vaginal, por lo que es importante que las mujeres infectadas con clamidia que no han sido tratadas se sometan a una cesárea.
Además del análisis de tus antecedentes médicos y un examen vaginal que toma pocos minutos y no causa dolor, es necesario que tu médico tome una muestra celular de tu vagina o cuello cervical con un hisopo y la envíe al laboratorio, donde se analizará en busca de ADN infectado.
También puede ser útil realizar pruebas de sangre u orina para detectar los anticuerpos que el organismo produce al estar expuesto a la bacteria Chlamydia Trachomatis.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan que todas las personas sexualmente activas menores de 25 años y mayores de 25 años, se realicen una prueba anual de detección de clamidia.
Asimismo, la presencia de esta bacteria debe descartarse en todas las mujeres embarazadas.
La clamidia y gonorrea con frecuencia ocurren juntas, por lo que si tienes clamidia es aconsejable que te hagas una prueba de detección de gonorrea.
Del mismo modo, es conveniente que las mujeres con clamidia avanzada se practiquen un ultrasonido vaginal ginecológico, durante el que el médico introducirá una sonda en su vagina con el fin de determinar el daño que esta infección pudo causarles a sus órganos reproductivos.
Las personas con clamidia positiva deben abstenerse de tener relaciones sexuales hasta que ellas y sus parejas sexuales hayan sido tratadas. De lo contrario, sufren un alto riesgo de volverse a infectar y experimentar complicaciones serias en su salud reproductiva. Para asegurarse de que el tratamiento haya sido efectiva, se recomienda hacer un control posterior.
En caso de que los órganos reproductivos estén dañados (principalmente las trompas de Falopio), la Fecundación In Vitro (FIV) es el procedimiento de elección para lograr un bebé en casa gracias a que, mientras que el deterioro provocado por la bacteria Chlamydia Trachomatis suele alterar el transporte de los gametos y obstaculizar el traslado del óvulo fecundado hasta el útero.
Es importante tratar la infección por clamidia antes de comenzar un ciclo de Fecundación In Vitro, ya que ésta puede tener efectos adversos sobre las tasas de éxito de este procedimiento.
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